Este 22 de enero la Iglesia ha celebrado el Domingo de la Palabra. El acto central en nuestra parroquia ha sido una lectura ininterrumpida del los Evangelios, empezando con el Evangelio de S. Mateo.
Llevar la Palabra de Dios a toda la cuidad de Cartagena, sin intermediarios, para que todo el mundo pueda escuchar las palabras y los hechos de Jesús. Y tener la oportunidad de conocerle.
La tarea es más exigente de lo que pueda pensarse. La parroquia ha sacado a la plaza pública una tarima, mobiliario, megafonía… todo lo necesario para dignificar la difusión de la Buena Noticia: Dios ha bajado a la Tierra y se ha mezclado en nuestras vidas para mostrarnos la Vida con mayúscula.
Hemos asumido como parroquia esta tarea de difundir el mensaje de Jesús de forma comunitaria. Se repartieron turnos de lectura de cinco minutos para cubrir las cuatro horas de lectura ininterrumpida. Adultos, jóvenes y ancianos han unido sus voces en un anuncio sencillo y grandioso.
El efecto de la Palabra siempre es nuevo, tiene un atractivo especial. Es una escucha que une, nos hace hermanos, hace caer barreras. Y destacaría un hecho: la mayoría de las personas que se unieron eran mujeres. Incluso, en ciertos momentos, sólo había mujeres leyendo y escuchando el Evangelio. Me pareció que, en estos tiempos que tanto se habla del papel de la mujer, muchas mujeres han elegido seguir a Jesús fielmente. Tengan o no reconocimiento público, custodian el tesoro de la fe y son verdaderas columnas de la Iglesia.